Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

lunes, enero 14, 2008

Jerez. “Sin la paz el escenario del mundo se nos queda grande”

Numerosos cofrades se dieron cita este pasado sábado para arropar a Eduardo Velo García, Hermano Mayor de la Hermandad de Loreto y columnista semanal de Jerez Información, en su conferencia de apertura del tradicionalísimo y anual Tríptico Mariológico organizado a la sazón por la Hermandad de la Coronación de Espinas. Presentó al orador el máximo representante de la corporación anfitriona Pedro Larraondo Díaz, quien ya de antemano supo sensibilizar al público con unas palabras cargadas de emotivas alusiones biográficas del protagonista de la noche: “Su vinculación a las cofradías no le viene por casualidad: de hecho había quien le recordaba cómo, siendo muy niño, tiraba de la falda de su madre cuando pasaban por la calle Bizcocheros para que lo llevara a ver la Virgen dulce que lloraba en San Pedro con su avioncito en las manos”. Larraondo utilizó un verbo directo y entrañable, cercano y rememorativo, agavillando el anecdotario más familiar de Eduardo Velo en un ramillete de razones para su más descriptiva glosa, para su más humano retrato.
El Hermano Mayor de Loreto, muy cómodo en el atril de oradores, proclamó a los cuatro vientos un irrebatible homenaje a la paz en sentido estricto, a la paz encarnada en el ejemplo de la Virgen María, a la paz latente en el mensaje evangélico y a la paz como simbiosis histórica y ambiental de la Titular de la Coronación en relación con el callejero y el vecindario de su collación de la Albarizuela. Comenzó su alusión con una sugerente recreación metafórica ornada de letrillas de villancicos y de elementos propios del barrio donde radica la cofradía del Domingo de Ramos: “Cuando aún envidian las fuentes del color su carita divina y ya estamos viendo en la frente de nuestro Dios esa corona de espinas que estremece el cielo de la Albarizuela cada Domingo de Ramos… Cuando entre San Pedro y la Albarizuela se cierra el escenario de un imaginario Belén, entre esa calle Arcos que nos rememora aquellas arcadas que cubrían las angostas calles belenistas, la Fontana por donde antiguamente las aguas venían turbias y no se podían beber, los árboles de la Arboledilla daban sombra a los caminos que aquí también se hicieron agua y viento y frío, cuando los Bizcocheros amasan todavía mazapanes y pestiños, cuando ocurre todo esto, nos venimos a este bendito portal porque desde hace más de dos mil años los portales del mundo son las catedrales de los Desamparados”.
La paz canalizó todo el hilo argumental de la proclamación de Velo: “A pesar de todos los pesares -envidias, odios y resentimientos-, de cuanto pueda enturbiar el alma humana, necesitamos serenidad, tranquilidad y paz. Nos hace falta tanto dentro como fuera de nosotros. Es necesario que la vida se desarrolle con cariño y buena voluntad, valores supremos e imprescindibles para alcanzar la dicha. Hemos de pedir paz porque, si no, el escenario de este mundo nos viene grande en todos los sentidos, pues la existencia es inmensidad inconmensurable y difícilmente abarcable ante las posibilidades limitadísimas del ser humano”.
Eduardo puso voz a los legajos de la historia cofradiera: “Cuando algún cofrade tenía cuestión con otro cofrade estando en Cabildo, entonces el Prioste y el Mayordomo los ponían en paz y, si ellos porfiaban, se les requería que cumpliera la regla so pena de una libra de cera, la cual pagaba el que era rebelde (…) A los Cabildos había que ir en son de paz, no podían entrar los cofrades con armas de ninguna clase, algo tan usual en siglos pasados y el que la llevase pagaba a la cofradía la pena de dos reales de vellón (un dineral de entonces). Cada año se elegían los cargos oficiales para administrar -¡ojo con esta palabra!- la fraternidad”.
Velo demostró el porqué el barrio de la Albarizuela ha de ser considerado como el barrio de la paz: “porque aquí vinieron a descansar en paz los judíos de Jerez en su antiguo cementerio situado en la hoy calle Honsario, porque en la calle Arcos nació María Antonia de Jesús Tirado, fundadora de ese remanso de paz que es el Beaterio de Dominicas del Santísimo Sacramento (…) Y es el barrio de la paz porque en el siglo XVI se llenaba el cielo de la Albarizuela de blancas palomas -símbolo de la paz- que cuidaba un prestigioso vecino: el bachiller Rui-López. Y porque aquí llega la Virgen un 1924 para restablecer el culto de tan histórica capilla y desde aquí salió, en estación de penitencia, el año siguiente”. El conferenciante no eludió su experiencia personal en la Capilla de los Desamparados: “En muchas ocasiones he visto paz en medio de vosotros, hermanos de la Coronación: en los paseos de Paco Coro camino de la capilla para llevar flores a la Señora, en las paradas de José Luis Larraondo para comerse una manzana mientras contemplaba cómo iba quedando las blondas y los encajes, en el sillón vacío de Silverio después de terminar las misas, en la veteranía de Manolín, en los lutos en los varales por los Mariano, por Hurtado, por Pepe Pérez, por Domingo Andrade, por tantos como ya gozan del cielo de la Albarizuela (…) He visto paz en las fotos de vieja guardia con los Martín Bejarano, los Piñero, Liaño, Rinconada, Castro, Galván, Iñigo, Guillermo, del Río, Lucena, Agabo y tantos otros. En las llamadas a la solidaridad de esa Fundación Paz y Aflicción, en la fortaleza de Juan Luis, en la templanza de sus capataces y sobre todo en la mirada sublime de la Señora de la Albarizuela”.

Informa: Jerez Información