Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

martes, julio 17, 2007

Con el recuerdo del padre Miguel Barbero

La plaza que lleva por nombre el mismo de la Virgen Santísima hervía ayer a la caída de la tarde ante la inminencia de una salida procesional que devolvió a las calles de Jerez, un julio más, el eterno sabor a devoción de siempre que destila, ya en su itinerario ya en el interior de su misma Basílica, la aparición ante el pueblo de la imagen bendita de Nuestra Señora del Carmen Coronada. Y Ella, en su día, correspondió espléndida a la renovación de esa expectación ya clásica en el estío local con la exuberante generosidad en los detalles que la solemnizaron a lo largo de la totalidad del recorrido que, por el centro de la ciudad, la paseó por calles y plazas del centro. Fervor añejo ante una maternidad elegida desde el hondón la historia local es lo que dispensó la convocatoria de tan sublime jornada.
Ayer, sin embargo, al paso de la imagen por lugares como la propia calle Carmen o Tornería u Honda o Lancería o Consistorio, quedaba más expuesta la ausencia que este año se notó ya a lo largo de la Novena. Y ni la brillantez de estos cultos previos ni la unción de la estampa de María Santísima sobre su altar procesional ni las mil pequeñeces que volvieron a hacer grande esta presencia en las calles permitía olvidar la falta del padre Miguel Barbero, prior de la comunidad de carmelitas jerezana que fallecía tras accidente de tráfico a finales del pasado año, en plenas celebraciones navideñas. El crespón, más allá, del trozo de tejido atado al paso de la Reina del Carmelo, iba en el corazón de los religiosos hoy en día encabezados por el padre Pascual Sánchez Tomé así como por cuantos conocieron al recordado sacerdote carmelita.

Representaciones

La procesión, a convocatoria de los propios Padre Carmelitas o de la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, hizo discurrir por el cauce de unos viales llenos de público el río de una comitiva que, ya tras la cruz conventual ya en derredor del tintinábulo y el conopeo basilicales o el banderín carmelitano, colocó en sus filas no sólo a las habituales representaciones de la Armada o las cofrades, caso de la Hermandad de la Lanzada con sede en la Basílica, sino a multitud de fieles y devotos -muchas mujeres entre ellos como es habitual- luciendo en su pecho y espalda el escapulario marrón que caracteriza a los hijos de la Virgen. Y en torno a la gloria de María Santísima, ascendida al espléndido paso del que dispone, los mejores detalles del recorrido enmedio de los compases interpretados por la Banda del Maestro Tejera.

Informa: Jerez Información