El estreno sentimental de la Pasión de siempre
Ya puede empezar la Carrera Oficial en el parque del Altillo o incorporarse a la misma setenta nuevas cofradías. La primera cita ineludible de la Semana Santa de Jerez, su estreno oficial u oficioso, se vive año tras año en el patio de la escuela de San José. Es allí donde empieza todo, como todo terminará más pronto que tarde en el Calvario. Azules y blancos serán siempre los primeros nazarenos, aunque otros estén regando con su cera el adoquinado de Jerez a la misma hora a la que San Marcos no sabe aún de cofradías.
Un acontecimiento como la Semana Santa, tan apegado al ritual, no puede estar sujeto nunca a reestructuraciones de despacho. La Pasión empieza en San José y termina en el Calvario. Ya esté el palquillo en El Altillo o se incorporen a la Carrera Oficial setenta nuevas cofradías.
Lo sabe Emilio, que este Jueves Santo va a recibir un merecido homenaje por su escolta permanente a las cruces de guía que cada jornada van abriendo la Carrera Oficial. El Guardia lleva tantos años inaugurando la Semana Santa como la cruz que saliera del taller de los hermanos Buzón.
A la inquietud habitual de Emilio se sumó ayer el de una junta de gobierno que debió barajar un sinfín de partes meteorológicos para adoptar finalmente la decisión de poner a la cofradía en la calle. A ello contribuyó -miren por dónde- el adelantamiento del horario de la recogida, toda vez que esas predicciones apuntaban a una estabilidad en las horas centrales de la tarde y advertían de un riesgo mayor de lluvia sobre la medianoche.
Así fue cómo se cumplió el ritual de siempre y los pequeños portadores de palmas fueron anunciando por la plaza dedicada al Señor de la Sagrada Cena el inicio de una nueva Semana Santa. En el interior de la capilla de San José, el paso de misterio de la Hermandad de la Borriquita reviraba para acceder de este modo al patio de la escuela. Un año más, Florián Utrera Chacón fue el encargado de dirigir a la cuadrilla de costaleros de Cristo Rey. La Banda de Cornetas y Tambores del Cristo de la Caridad hizo sonar la marcha real, rubriando el inicio oficial u oficioso de la Semana Santa de Jerez.
Quedaba por salir la Virgen de la Estrella. En esta ocasión, su experta cuadrilla fue dirigida por José Luis Erdozáin, corriendo de nuevo el acompañamiento musical a cargo de la banda de Guillena. Sonó La Estrella Sublime. Después vinieron Virgen de la Paz, Corpus Christi, Esperanza Macarena..., repitiéndose el ritual forjado a lo largo de tantos años de sabiduría cofradiera. La Estrella no entiende de modas musicales que empobrecen a la Semana Santa, llevándola en ocasiones a la vulgaridad. La Borriquita buscaba la Carrera Oficial. Como siempre la primera. Ya empiece ésta en el parque del Altillo o se sumen a la nómina setenta nuevas cofradías
El sol no quiso perderse su reencuentro con el Perdón
Cuántas cosas han cambiado. La Hermandad del Perdón se reencontró ayer con el sol de la tarde 16 años después. No lo hizo con la luz mortecina del Viernes Santo, sino con esta tan deseada por los cofrades del Domingo de Ramos. Los nazarenos de azul marino han cambiado el barrio de La Plata por Cuatro Caminos y la Virgen del Perpetuo Socorro ya no llora a los pies del Cristo del Perdón.
El reencuentro del sol con el crucificado no estuvo exento de cierta incertidumbre. En la ermita de Guía llegaron a temer incluso que no iba a ser posible. Finalmnente, los partes más desfavorables se equivocaron y la cofradía pudo iniciar su itinerario hacia la Carrera Oficial a las cinco de la tarde. La salida contó con algunos ingredientes singularmente emotivos, como el recuerdo de la cofradía a Mariano Ramírez, vestidor durante tantos años de la Virgen del Perpetuo Socorro a quien los achaques propios de su edad han obligado a colgar los alfileres.
Ese sencillo homenaje coincidió con el momento de la primera levantá del paso de palio. Para entonces, el centenar de nazarenos de la Hermandad del Perdón se encontraba ya en la calle, con los primeros tramos buscando el Arco del Arroyo.
El cortejo nazareno vivió sus mejores momentos en el entorno de la basílica del Carmen y sobre todo en su tránsito por calles como Carpintería Baja o Tornería. Fue en este último lugar en el que los hermanos del Perdón debieron tomar conciencia de su estreno en el Domingo de Ramos. El paso de palio de la Virgen de la Estrella había dejado ya momentos para el recuerdo en la confluencia de Rafael Rivero con Tornería, en la búsqueda de la Alameda de Cristina y el palquillo.
Los cofrades del Perdón podían ver ya el manto azul de la dolorosa lasaliana. A él se aferraron desde entonces, ocupando el lugar que durante tantos años había correspondido a la Hermandad del Transporte. El Domingo de Ramos había dejado ya de ser la única jornada procesional huérfana de cruz. Y era el crucificado más joven -ese con el que pueden identificarse los pequeños portadores de palmas- al que había sido reservado el privilegio de cubrir ausencia tan destacable.
Al frente del paso del Cristo del Perdón se estrenó como capataz Manuel Jesús Tristán, que ejerce también esta responsabilidad en el misterio de la Exaltación. Con un caminar propio de este tipo de cofradías, el crucificado fue dejando atrás la angostura de Tornería en busca de una Carrera Oficial que ya para entonces conocía de la presencia de los primeros nazarenos.
Detrás, el paso de palio de María Santísima del Perpetuo Socorro, que estrenaba el acompañamiento de la Banda de Música Gailín, de Puerto Serrano, que en su primera presencia en Jerez ofreció muestras evidentes de que se trata de una formación a la que habrá que tener en cuenta en adelante. Comandado por Sebastián Ruiz Tejero, el paso se presentó en la plaza Rafael Rivero a los sones de La madrugá, en lo que sin duda constituía toda una paradoja. Antes, en las estrecheces de Tornería, había sonado la marcha fúnebre de la ópera Ione.
La Hermandad del Perdón tuvo además el detalle de interpretar Candelaria en su entrada en la Carrera Oficial, en homenaje a la cofradía con la que compartió sede durante tantos años.
El Cristo volvió a su tierra con solemnidad
Después de meses de “mimos” continuos por el restaurador Enrique Ortega Ortega, Nuestro Padre Jesús del Consuelo en el Desprecio de Herodes salió por la puerta grande, como los toreros y en la que decenas de jerezanos le esperaban impacientes para verlo en la calle con toda su majestuosidad mientras el sol acariciaba el día con rayos que engrandecían la visión de un Cristo que se presentaba a la ciudadanía a ritmo de cornetas y tambores.
Y todo con una puntualidad exquisita que agradecieron los jerezanos con aplausos tras su salida triunfal, en este Domingo de Ramos, de la Basílica de la Merced.
La Patrona ensimismada veía el acontecimiento en primera fila esperando que el paso de palio también dejara por unas horas este lugar para adentrarse en las calles más gitanas y flamencas de Jerez y acompasado un año más de la Banda de Música de Carrión de los Céspedes.Y es que Madre de Dios de la Misericordia, que lucía un manto que ante los rayos del sol producía un brillo con aire de divinidad propio de un tiempo para la reflexión y la espiritualidad más devota, entusiasmó a los que se acercaron a verla, sobre todo muchos vecinos de la zona, que viven con el recuerdo, año tras año, de un desfile procesional de gran belleza por calles como Nueva donde el empedrado y la estética del pasado reunió a muchos curiosos.
El himno sonó a las 17.40 horas y con ello todos sabían que la Hermandad del Transporte estaba en la calle, donde penitentes y costaleros se dejaron la piel para dar lo mejor de sí en este primer día de la Semana Grande.
El olor a azahar se quedó a un lado para impregnarnos con el olor del incienso mientras el sol relucía majestuoso para recibir a sus titulares en la calle, por ello, familias al completo disfrutaban de este momento especial y acompañaban a las imágenes en su paseo por el centro.
Si el Cristo restaurado tenía su momento especial, el paso de palio no era menos ya que este año las hermanas de la cofradía han confeccionado una saya de tisú bordado en oro y con bordados antiguos que lució con una gran belleza mientras caminaba por las calles de la ciudad.
Y todo transcurrió como se esperaba a pesar del temor a un cielo grisáceo. La Hermandad del Transporte encabezada por su hermano mayor Francisco González y un grupo de penitentes vestidos de color crema pudieron adentrarse en la Carrera Oficial y ofrecer a los jerezanos un espectáculo solemne que en esta ocasión duró hasta la una de la mañana, hora en la que se despidió hasta el año que viene.
Derroche de categoría cofradiera en la Albarizuela
Canon cofradiero. No faltan Pregoneros de la Verdad en esta Iglesia de los Desamparados. La cofradía ratifica su magnificencia. Preámbulos de una estación penitencial que condensa a jóvenes y mayores. Negriblancos, blanquinegros albores de cofradía a pie de calle. Los atributos distribuidos en tramos de su misma estética artística. El nazareno de la Hermandad de la Coronación experimenta la estación de penitencia con la ilusión de un milagro renovado. El nazareno de la Hermandad de la Coronación siente en cofrade todo cuanto acontece desde que la corporación comienza su estación penitencial. Concibe la salida procesional alegremente y entiéndase pronto y bien esta afirmación. Los cofrades de la Albarizuela se deshacen en piropos y vítores del corazón ante los Reyes de la calle Arcos. Todos los meses del año y todos los días de cada mes arriman el hombro de la Fe profunda a las ascuas luminosas de las Sagradas Imágenes que habitan en tan magno templo de la gloria. La elegancia amanece cada mañana rezando plegarias secretas a la Madre de Dios. En torno a la Virgen de la Paz y a su Amantísimo Padre Coronado crece el tiempo de los sentimientos. El tiempo de los sentimientos se mide con el rasero de unas calles determinadas. El vecindario que vitaliza esta collación abre los brazos a la eternidad de una devoción que necesita la túnica para expresarla públicamente.
El cofrade de la Coronación quiere a su Cristo y a su Virgen en el silencio de lo cotidiano. Sin embargo, cuando la Semana Santa llama a las puertas de su iglesia, como instando a la institución a la solidaridad del verbo compartir, entonces sus hermanos sonríen a boca llena porque testimoniarán el júbilo de una expresión que no precisa ninguna clase de recato. Y sale a la calle a disfrutar. Pero a disfrutar compartiendo la valentía, la perseverancia, la fortaleza de considerarse dignísimos hijos de Cristo. De Cristo injustamente sentenciado, injustamente coronado. Y asimismo privilegiados elegidos en el reino de las más puras tradiciones cofradieras. Y será que, por visueños, las cosas de rodean a la Santísima Virgen no les son ajenas. Y que la llamada de la sangre provoca la especial celebración de la fiesta de una visita que regalan a Jerez siempre con la hospitalidad de los grandes anfitriones. El nazareno de la Coronación saca su casa por un itinerario que amplían por fraternidad con el pueblo. Capirotes bajo y corazones altos. Y otra vez Manolo Campos delante del paso de misterio, arrimando el capataz el hombro del compañerismo. Y otra vez Isaac Núñez como revulsivo de un proyecto –el de la cuadrilla del paso de palio- consagrándose cada tarde noche de incienso y azahar por Bizcocheros. Y otra vez la nostalgia del Hermano Mayor Pedro Larraondo recordando a su padre, el recordado secretario de Loreto Paco Larraondo, mientras la cofradía de la Coronación pasa delante de San Pedro. Y la presencia de Juan Luis Jaén y de la saga de los Lucena como enseñas de una corporación castiza y torera.
La Hermandad de la Coronación de Espinas, ayer, estrenaba la responsabilidad de una comitiva entera. Y, en el aspecto patrimonial, ropones para los Pertigueros (realizados por Fernando Calderón), restauración y remozado de los cuatro faroles de Cruz de Guía. Y la mirada atrás y los horizontes del porvenir. Y la asimilación de una categoría implícita. La categoría institucional, sí, como carta blanca avalada por las razones de la alegría. Los tramos se organizan con milimétrica separación.
¡Qué le falta a la cofradía de aquellos cofrades que habitan los balcones de la gloria como Mariano Cross o Silverio Cabrera o Paco Coro! Ya tan solo la luz de unas puertas abiertas que anuncian el inicio de una nueva estación penitencial. A mayor honor y gloria de la Semana Santa de Jerez. Y la historia volvió a suceder. A sucederse. A partir de un enclave que responde a las llamadas de la jerezanía: Albarizuela.
Un bálsamo para las motivaciones del alma
Para abordar la crónica de esta cofradía no debemos por menos que consignar una tristeza congénita en todos sus hermanos: el delicado estado de salud por el que actualmente atraviesa uno de sus cofrades más insignes: José Alfonso Reimóndez López, el popularmente conocido y reconocido Lete. Todas las peticiones prevalecieron en la pronta recuperación de este ejemplar cristiano que ayer faltó entre las filas nazarenas de las Angustias. Resultaba extraña, cuanto menos extraña, la cristalización del matiz penitencial de la cofradía del Humilladero sabiéndose –como de hecho se sabía- tan ausente de una presencia fundamentalmente carismática. Si durante todas las noches de los cultos del Septenario la Junta de Gobierno había venido pidiendo por la recuperación de Lete, según comunicaba su actual Hermano Mayor Fran Mancilla a quien suscribe el pasado Viernes de Dolores, ayer las plegarias sin duda cobraron una intensidad inédita en este mismo sentido.
Las Angustias no consignó ayer sino la dimensión de su atrayente espíritu corporativo. Abordar la Hermandad de las Angustias exige recrearse en la renovación de las horas solemnes. Es adentrarse por el sendero de la afirmación penitencial. Por la correspondencia del hábito nazareno con arreglo al Misterio que la corporación representa y mueve y promueve como testimonio evangélico. Abordar la túnica nazarena, su duplicidad acertadísima, su transformación radical -y sin tampoco transiciones estéticas- representa la madurez de unos cofrades que saben lo que quieren y quieren cuanto saben acerca del dolor desgarrador de María abierta de manos, con su Hijo sobre el regazo. Abordar la cofradía del Humilladero, en negros sobre blancos dimensiona la trascendencia doctrinal entre líneas. Explicar cómo el hábito nazareno también contribuye al mensaje. Cómo el corte igualmente define un modo de sentir la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. La Hermandad de las Angustias, a través de la túnica, no borra sus orígenes sino muy al contrario, ha encontrado la plasmación de su idiosincrasia.
Una cofradía balsámica para las motivaciones del alma que ha destapado sus esencias cubriendo la costumbre estética. Nunca como ahora Jerez en Semana Santa gritó tan severamente desde el mutismo, la sencillez de formas, la mirada al frente y las oraciones al cielo. Los penitentes –cabe semejante terminología para una cofradía de rancio abolengo- esperan la salida con parsimonia de sacrosantos ademanes. Y ocurrió tal antaño. Literalmente.
Informa: Jerez Información
Un acontecimiento como la Semana Santa, tan apegado al ritual, no puede estar sujeto nunca a reestructuraciones de despacho. La Pasión empieza en San José y termina en el Calvario. Ya esté el palquillo en El Altillo o se incorporen a la Carrera Oficial setenta nuevas cofradías.
Lo sabe Emilio, que este Jueves Santo va a recibir un merecido homenaje por su escolta permanente a las cruces de guía que cada jornada van abriendo la Carrera Oficial. El Guardia lleva tantos años inaugurando la Semana Santa como la cruz que saliera del taller de los hermanos Buzón.
A la inquietud habitual de Emilio se sumó ayer el de una junta de gobierno que debió barajar un sinfín de partes meteorológicos para adoptar finalmente la decisión de poner a la cofradía en la calle. A ello contribuyó -miren por dónde- el adelantamiento del horario de la recogida, toda vez que esas predicciones apuntaban a una estabilidad en las horas centrales de la tarde y advertían de un riesgo mayor de lluvia sobre la medianoche.
Así fue cómo se cumplió el ritual de siempre y los pequeños portadores de palmas fueron anunciando por la plaza dedicada al Señor de la Sagrada Cena el inicio de una nueva Semana Santa. En el interior de la capilla de San José, el paso de misterio de la Hermandad de la Borriquita reviraba para acceder de este modo al patio de la escuela. Un año más, Florián Utrera Chacón fue el encargado de dirigir a la cuadrilla de costaleros de Cristo Rey. La Banda de Cornetas y Tambores del Cristo de la Caridad hizo sonar la marcha real, rubriando el inicio oficial u oficioso de la Semana Santa de Jerez.
Quedaba por salir la Virgen de la Estrella. En esta ocasión, su experta cuadrilla fue dirigida por José Luis Erdozáin, corriendo de nuevo el acompañamiento musical a cargo de la banda de Guillena. Sonó La Estrella Sublime. Después vinieron Virgen de la Paz, Corpus Christi, Esperanza Macarena..., repitiéndose el ritual forjado a lo largo de tantos años de sabiduría cofradiera. La Estrella no entiende de modas musicales que empobrecen a la Semana Santa, llevándola en ocasiones a la vulgaridad. La Borriquita buscaba la Carrera Oficial. Como siempre la primera. Ya empiece ésta en el parque del Altillo o se sumen a la nómina setenta nuevas cofradías
El sol no quiso perderse su reencuentro con el Perdón
Cuántas cosas han cambiado. La Hermandad del Perdón se reencontró ayer con el sol de la tarde 16 años después. No lo hizo con la luz mortecina del Viernes Santo, sino con esta tan deseada por los cofrades del Domingo de Ramos. Los nazarenos de azul marino han cambiado el barrio de La Plata por Cuatro Caminos y la Virgen del Perpetuo Socorro ya no llora a los pies del Cristo del Perdón.
El reencuentro del sol con el crucificado no estuvo exento de cierta incertidumbre. En la ermita de Guía llegaron a temer incluso que no iba a ser posible. Finalmnente, los partes más desfavorables se equivocaron y la cofradía pudo iniciar su itinerario hacia la Carrera Oficial a las cinco de la tarde. La salida contó con algunos ingredientes singularmente emotivos, como el recuerdo de la cofradía a Mariano Ramírez, vestidor durante tantos años de la Virgen del Perpetuo Socorro a quien los achaques propios de su edad han obligado a colgar los alfileres.
Ese sencillo homenaje coincidió con el momento de la primera levantá del paso de palio. Para entonces, el centenar de nazarenos de la Hermandad del Perdón se encontraba ya en la calle, con los primeros tramos buscando el Arco del Arroyo.
El cortejo nazareno vivió sus mejores momentos en el entorno de la basílica del Carmen y sobre todo en su tránsito por calles como Carpintería Baja o Tornería. Fue en este último lugar en el que los hermanos del Perdón debieron tomar conciencia de su estreno en el Domingo de Ramos. El paso de palio de la Virgen de la Estrella había dejado ya momentos para el recuerdo en la confluencia de Rafael Rivero con Tornería, en la búsqueda de la Alameda de Cristina y el palquillo.
Los cofrades del Perdón podían ver ya el manto azul de la dolorosa lasaliana. A él se aferraron desde entonces, ocupando el lugar que durante tantos años había correspondido a la Hermandad del Transporte. El Domingo de Ramos había dejado ya de ser la única jornada procesional huérfana de cruz. Y era el crucificado más joven -ese con el que pueden identificarse los pequeños portadores de palmas- al que había sido reservado el privilegio de cubrir ausencia tan destacable.
Al frente del paso del Cristo del Perdón se estrenó como capataz Manuel Jesús Tristán, que ejerce también esta responsabilidad en el misterio de la Exaltación. Con un caminar propio de este tipo de cofradías, el crucificado fue dejando atrás la angostura de Tornería en busca de una Carrera Oficial que ya para entonces conocía de la presencia de los primeros nazarenos.
Detrás, el paso de palio de María Santísima del Perpetuo Socorro, que estrenaba el acompañamiento de la Banda de Música Gailín, de Puerto Serrano, que en su primera presencia en Jerez ofreció muestras evidentes de que se trata de una formación a la que habrá que tener en cuenta en adelante. Comandado por Sebastián Ruiz Tejero, el paso se presentó en la plaza Rafael Rivero a los sones de La madrugá, en lo que sin duda constituía toda una paradoja. Antes, en las estrecheces de Tornería, había sonado la marcha fúnebre de la ópera Ione.
La Hermandad del Perdón tuvo además el detalle de interpretar Candelaria en su entrada en la Carrera Oficial, en homenaje a la cofradía con la que compartió sede durante tantos años.
El Cristo volvió a su tierra con solemnidad
Después de meses de “mimos” continuos por el restaurador Enrique Ortega Ortega, Nuestro Padre Jesús del Consuelo en el Desprecio de Herodes salió por la puerta grande, como los toreros y en la que decenas de jerezanos le esperaban impacientes para verlo en la calle con toda su majestuosidad mientras el sol acariciaba el día con rayos que engrandecían la visión de un Cristo que se presentaba a la ciudadanía a ritmo de cornetas y tambores.
Y todo con una puntualidad exquisita que agradecieron los jerezanos con aplausos tras su salida triunfal, en este Domingo de Ramos, de la Basílica de la Merced.
La Patrona ensimismada veía el acontecimiento en primera fila esperando que el paso de palio también dejara por unas horas este lugar para adentrarse en las calles más gitanas y flamencas de Jerez y acompasado un año más de la Banda de Música de Carrión de los Céspedes.Y es que Madre de Dios de la Misericordia, que lucía un manto que ante los rayos del sol producía un brillo con aire de divinidad propio de un tiempo para la reflexión y la espiritualidad más devota, entusiasmó a los que se acercaron a verla, sobre todo muchos vecinos de la zona, que viven con el recuerdo, año tras año, de un desfile procesional de gran belleza por calles como Nueva donde el empedrado y la estética del pasado reunió a muchos curiosos.
El himno sonó a las 17.40 horas y con ello todos sabían que la Hermandad del Transporte estaba en la calle, donde penitentes y costaleros se dejaron la piel para dar lo mejor de sí en este primer día de la Semana Grande.
El olor a azahar se quedó a un lado para impregnarnos con el olor del incienso mientras el sol relucía majestuoso para recibir a sus titulares en la calle, por ello, familias al completo disfrutaban de este momento especial y acompañaban a las imágenes en su paseo por el centro.
Si el Cristo restaurado tenía su momento especial, el paso de palio no era menos ya que este año las hermanas de la cofradía han confeccionado una saya de tisú bordado en oro y con bordados antiguos que lució con una gran belleza mientras caminaba por las calles de la ciudad.
Y todo transcurrió como se esperaba a pesar del temor a un cielo grisáceo. La Hermandad del Transporte encabezada por su hermano mayor Francisco González y un grupo de penitentes vestidos de color crema pudieron adentrarse en la Carrera Oficial y ofrecer a los jerezanos un espectáculo solemne que en esta ocasión duró hasta la una de la mañana, hora en la que se despidió hasta el año que viene.
Derroche de categoría cofradiera en la Albarizuela
Canon cofradiero. No faltan Pregoneros de la Verdad en esta Iglesia de los Desamparados. La cofradía ratifica su magnificencia. Preámbulos de una estación penitencial que condensa a jóvenes y mayores. Negriblancos, blanquinegros albores de cofradía a pie de calle. Los atributos distribuidos en tramos de su misma estética artística. El nazareno de la Hermandad de la Coronación experimenta la estación de penitencia con la ilusión de un milagro renovado. El nazareno de la Hermandad de la Coronación siente en cofrade todo cuanto acontece desde que la corporación comienza su estación penitencial. Concibe la salida procesional alegremente y entiéndase pronto y bien esta afirmación. Los cofrades de la Albarizuela se deshacen en piropos y vítores del corazón ante los Reyes de la calle Arcos. Todos los meses del año y todos los días de cada mes arriman el hombro de la Fe profunda a las ascuas luminosas de las Sagradas Imágenes que habitan en tan magno templo de la gloria. La elegancia amanece cada mañana rezando plegarias secretas a la Madre de Dios. En torno a la Virgen de la Paz y a su Amantísimo Padre Coronado crece el tiempo de los sentimientos. El tiempo de los sentimientos se mide con el rasero de unas calles determinadas. El vecindario que vitaliza esta collación abre los brazos a la eternidad de una devoción que necesita la túnica para expresarla públicamente.
El cofrade de la Coronación quiere a su Cristo y a su Virgen en el silencio de lo cotidiano. Sin embargo, cuando la Semana Santa llama a las puertas de su iglesia, como instando a la institución a la solidaridad del verbo compartir, entonces sus hermanos sonríen a boca llena porque testimoniarán el júbilo de una expresión que no precisa ninguna clase de recato. Y sale a la calle a disfrutar. Pero a disfrutar compartiendo la valentía, la perseverancia, la fortaleza de considerarse dignísimos hijos de Cristo. De Cristo injustamente sentenciado, injustamente coronado. Y asimismo privilegiados elegidos en el reino de las más puras tradiciones cofradieras. Y será que, por visueños, las cosas de rodean a la Santísima Virgen no les son ajenas. Y que la llamada de la sangre provoca la especial celebración de la fiesta de una visita que regalan a Jerez siempre con la hospitalidad de los grandes anfitriones. El nazareno de la Coronación saca su casa por un itinerario que amplían por fraternidad con el pueblo. Capirotes bajo y corazones altos. Y otra vez Manolo Campos delante del paso de misterio, arrimando el capataz el hombro del compañerismo. Y otra vez Isaac Núñez como revulsivo de un proyecto –el de la cuadrilla del paso de palio- consagrándose cada tarde noche de incienso y azahar por Bizcocheros. Y otra vez la nostalgia del Hermano Mayor Pedro Larraondo recordando a su padre, el recordado secretario de Loreto Paco Larraondo, mientras la cofradía de la Coronación pasa delante de San Pedro. Y la presencia de Juan Luis Jaén y de la saga de los Lucena como enseñas de una corporación castiza y torera.
La Hermandad de la Coronación de Espinas, ayer, estrenaba la responsabilidad de una comitiva entera. Y, en el aspecto patrimonial, ropones para los Pertigueros (realizados por Fernando Calderón), restauración y remozado de los cuatro faroles de Cruz de Guía. Y la mirada atrás y los horizontes del porvenir. Y la asimilación de una categoría implícita. La categoría institucional, sí, como carta blanca avalada por las razones de la alegría. Los tramos se organizan con milimétrica separación.
¡Qué le falta a la cofradía de aquellos cofrades que habitan los balcones de la gloria como Mariano Cross o Silverio Cabrera o Paco Coro! Ya tan solo la luz de unas puertas abiertas que anuncian el inicio de una nueva estación penitencial. A mayor honor y gloria de la Semana Santa de Jerez. Y la historia volvió a suceder. A sucederse. A partir de un enclave que responde a las llamadas de la jerezanía: Albarizuela.
Un bálsamo para las motivaciones del alma
Para abordar la crónica de esta cofradía no debemos por menos que consignar una tristeza congénita en todos sus hermanos: el delicado estado de salud por el que actualmente atraviesa uno de sus cofrades más insignes: José Alfonso Reimóndez López, el popularmente conocido y reconocido Lete. Todas las peticiones prevalecieron en la pronta recuperación de este ejemplar cristiano que ayer faltó entre las filas nazarenas de las Angustias. Resultaba extraña, cuanto menos extraña, la cristalización del matiz penitencial de la cofradía del Humilladero sabiéndose –como de hecho se sabía- tan ausente de una presencia fundamentalmente carismática. Si durante todas las noches de los cultos del Septenario la Junta de Gobierno había venido pidiendo por la recuperación de Lete, según comunicaba su actual Hermano Mayor Fran Mancilla a quien suscribe el pasado Viernes de Dolores, ayer las plegarias sin duda cobraron una intensidad inédita en este mismo sentido.
Las Angustias no consignó ayer sino la dimensión de su atrayente espíritu corporativo. Abordar la Hermandad de las Angustias exige recrearse en la renovación de las horas solemnes. Es adentrarse por el sendero de la afirmación penitencial. Por la correspondencia del hábito nazareno con arreglo al Misterio que la corporación representa y mueve y promueve como testimonio evangélico. Abordar la túnica nazarena, su duplicidad acertadísima, su transformación radical -y sin tampoco transiciones estéticas- representa la madurez de unos cofrades que saben lo que quieren y quieren cuanto saben acerca del dolor desgarrador de María abierta de manos, con su Hijo sobre el regazo. Abordar la cofradía del Humilladero, en negros sobre blancos dimensiona la trascendencia doctrinal entre líneas. Explicar cómo el hábito nazareno también contribuye al mensaje. Cómo el corte igualmente define un modo de sentir la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. La Hermandad de las Angustias, a través de la túnica, no borra sus orígenes sino muy al contrario, ha encontrado la plasmación de su idiosincrasia.
Una cofradía balsámica para las motivaciones del alma que ha destapado sus esencias cubriendo la costumbre estética. Nunca como ahora Jerez en Semana Santa gritó tan severamente desde el mutismo, la sencillez de formas, la mirada al frente y las oraciones al cielo. Los penitentes –cabe semejante terminología para una cofradía de rancio abolengo- esperan la salida con parsimonia de sacrosantos ademanes. Y ocurrió tal antaño. Literalmente.
Informa: Jerez Información
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