Fallece Lete de Jerez
Lo mejor es que Lete se queda siempre con nosotros, en nuestra memoria. Podremos recurrir en el recuerdo a sus sabios consejos, a sus acertados comentarios, a sus certeros análisis de la realidad. Lo mejor es que podemos recordar su sentido inteligente del humor, sus estudios grafológicos, su entrega desinteresada, su apoyo a múltiples causas nobles. Lo mejor es que el Maestro nos enseñaba -peripatético él- en los largos paseos por Valdelagrana y nos convencía de que la última aventura solidaria en la que se embarcaba era necesaria.
Lo mejor es que nunca se podrá confundir su espíritu de religiosidad popular con el del beaterío meapilas, pues sus acciones trascendían más allá de la puesta en escena de la epidermis procesionales, para llegar al corazón en el que se reflejaba su bonhomía.
Lo mejor es que podemos presumir sus amigos, de serlo, de disfrutar de haber pertenecido a su círculo de amistad, sin más. Ese regalo, dicen, es como la fe, que te viene de forma gratuita. Y Lete, hasta el final, luchaba con esa fe, en el océano de la enfermedad, aunque se le rajara el azogue de los espejos más íntimos.
Hoy, recomponiéndonos tras el terremoto, vienen a la mente escenas de casetas de Feria: "Ompare, tu ves abrir un farolillo, y ya estás disfrutando la Feria"; belenes grandes y pequeños, gatos, compromiso político por su Jerez, estampas de las Angustias, Consejo de Hermandades y consejo a los hermanos, loterías y kilos de alimentos para los más desfavorecidos, vestimentas de color morado, bromas y bromas y bromas, y mucho cariño. El que, como lo mejor de Lete, nos queda en la veladura de la piel para compartirlo con quienes tanto querías, Maestro.
Informa: Diario de Jerez
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