Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

lunes, marzo 17, 2008

Jerez. EL TRANSPORTE. Con la figura de Diego Conde en la memoria

Cuando te diriges hacia la Basílica de la Merced reparas en las grandes, en las inmensas, en las monumentales verdades que acarrea, que propicia y que suscita un Domingo de Ramos. Como germen y como introito de la Semana Santa. Como jornada que principia y como día que concita tantas nostalgias juntas. El Domingo de Ramos es, en sí mismo, una Verdad. Y colegirá el lector que verdad es todo cuanto observamos a simple vista. Craso error, señores míos. A veces -mayormente durante estos tiempos tan nefastos y tan nefandos en los que estamos ahora metidos hasta el tuétano del confusionismo- la aparente realidad nos sobreviene recargada de falsedades enteras. El inolvidable periodista José Luis Martín Descalzo señalaba que “una de las cosas que hacen más atractiva la figura de Juan Pablo II es su valor para decir la verdad entera en un mundo en el que la moda es decir medias verdades. Oyes hablar a los grandes líderes y a los simples hombres de la calle y percibes cómo unos defienden apasionadamente la justicia social, pero usan la manga ancha en lo que se refiere a la moralidad de las costumbres; mientras que otros parecen preocuparse por los valores tradicionales, pero hacen la vista gorda en cuanto afecta a la mejor distribución de los bienes en el presente y en el futuro”. Qué propicia reflexión ahora que ya estamos llegando a las puertas de la Basílica de la Merced. Herodes, desprecio, silencio, medias verdades…
Tienes un lugar de privilegio en este interior de la Basílica. La luz penetra a ráfagas, como a ráfagas es la fragmentación de la remembranza. Nazarenos de varias generaciones pueblan los bancos. Un movimiento de vaivén de costaleros. Los pasos alienados en orden a su inmensidad artística. Y tatareo las letras de una glosa periodística que envié a Diego Conde desde los terraplenes de mi finitud a la misma infinitud de su paz: Siempre he considerado que el cofrade veterano contiene en esencia cristiana el plus de la experiencia o, salpicado el peor de los casos, la plusvalía de un trabajo invertidamente vitalicio, legado incombustible merecedor del más pertinaz respeto. Y no hablo de sumisión ni de irremplazable acatamiento. Pero sí de respeto.
Están todos puestos. La calle aguarda, la ciudad espera, el rito regresa, la multitud se agolpa, la muchedumbre se apiña, la gente se arremolina. Punto y seguido a la certeza del milagro. Un palio de blanca luna todavía tiene los zancos pegados al suelo. La quietud precede al movimiento. Es Domingo de Ramos en la Merced. El Transporte es, en sí misma, una cofradía de verdad. De verdad entera. No medias verdades.En las verdades de las plegarias secretas.


Informa: Jerez Información