Del Río ve dentro de la Iglesia causas de falta de vocaciones
La Diócesis inauguró ayer el Instituto Teológico San Juan de Ávila en su sede provisional de la Compañía de María, bajo la presidencia del obispo diocesano monseñor Juan del Río, con la presencia en Jerez del decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca Gonzalo Tejerina y en una cita que ha sido abierta con la celebración de la Eucaristía y posterior acto académico en el que, tras palabras del director del Instituto Teológico (ITSJA) don Ignacio Gaztelu Pastor e informe del director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas (ISCRA) don José Manuel Sánchez-Romero, el pastor ha desarrollado la lección inaugural bajo el título Reflexiones sobre algunas causas internas de la escasez de vocaciones.
Monseñor Del Río, quien ha agradecido a la Facultad de Teología de la UPS, a la Comisión Episcopal de Seminario y Universidades y a la Congregación para la Educación Católica en Roma el apoyo al proyecto del nuevo Instituto Teológico San Juan de Ávila, ha comenzado señalando que “sin presbíteros no hay comunidad, sin directores de almas se empobrece la familia cristiana y el apostolado de los laicos”. También ha subrayado que “no vale que nos quedemos en las causas exteriores” cuando de analizar las razones de la escasez de vocaciones se trata aunque no ha faltado su mención a los “cambios culturales y sociales, problema de la baja natalidad, materialismo ambiental, nuevas modas y costumbres...”.
Insistió, sin embargo, en que “hemos de mirar también cómo está la casa interiormente, no vaya ser que estemos poniendo el acento en los factores externos, olvidándonos que la enfermedad tiene sus causas también en la situación en que se encuentran muchas de nuestras comunidades cristianas”. Añadió que “querer hablar de vocaciones sacerdotales supone introducirse en el misterio de la iniciativa de Jesucristo” y “nuestra responsabilidad es preparar el terreno adecuadamente para que esta llamada no caiga en terreno pedregoso, ni en terreno de zarzas, sino en tierra buena que sé mucho fruto”.
De este modo, desglosó las razones de esta falta de vocaciones sacerdotales en las falsificaciones y silencios enla enseñanza de la fe y doctrina de la Iglesia, las falsificaciones y silencios a la hora de exponer lo moral de la Iglesia, la falta de apoyo de las familias cristianas a sus hijos, los graves descuidos en la celebración de los sacramentos, la predicación y vivencia de una espiritualidad light e ingenuidad ante el mundo.
No faltaron, sin embargo, algunos remedios que el obispo asidonense reunió en la necesidad de “mirar a la Iglesia con cariño, como nuestra madre y maestra”, “no tener miedo de predicar lo que enseña la Iglesia, aunque no sea políticamente correcto”, cuidar de los sacramentos, “presentar el Cristianismo en general y la vocación sacerdotal en particular como un camino exigente pero sublime”, “trabajar todos unidos” y la oración.
Concluyó agradeciendo a las familias que acrecientan en su seno la semilla de la vocación, al Seminario y sus formadores, al Club Serra que se dedican a la oración por las vocaciones y, de manera especial, “a todos los sacerdotes que en nuestra Diócesis desempeñan fielmente su ministerio con dedicación y entrega”.
Informa: Jerez Información
Monseñor Del Río, quien ha agradecido a la Facultad de Teología de la UPS, a la Comisión Episcopal de Seminario y Universidades y a la Congregación para la Educación Católica en Roma el apoyo al proyecto del nuevo Instituto Teológico San Juan de Ávila, ha comenzado señalando que “sin presbíteros no hay comunidad, sin directores de almas se empobrece la familia cristiana y el apostolado de los laicos”. También ha subrayado que “no vale que nos quedemos en las causas exteriores” cuando de analizar las razones de la escasez de vocaciones se trata aunque no ha faltado su mención a los “cambios culturales y sociales, problema de la baja natalidad, materialismo ambiental, nuevas modas y costumbres...”.
Insistió, sin embargo, en que “hemos de mirar también cómo está la casa interiormente, no vaya ser que estemos poniendo el acento en los factores externos, olvidándonos que la enfermedad tiene sus causas también en la situación en que se encuentran muchas de nuestras comunidades cristianas”. Añadió que “querer hablar de vocaciones sacerdotales supone introducirse en el misterio de la iniciativa de Jesucristo” y “nuestra responsabilidad es preparar el terreno adecuadamente para que esta llamada no caiga en terreno pedregoso, ni en terreno de zarzas, sino en tierra buena que sé mucho fruto”.
De este modo, desglosó las razones de esta falta de vocaciones sacerdotales en las falsificaciones y silencios enla enseñanza de la fe y doctrina de la Iglesia, las falsificaciones y silencios a la hora de exponer lo moral de la Iglesia, la falta de apoyo de las familias cristianas a sus hijos, los graves descuidos en la celebración de los sacramentos, la predicación y vivencia de una espiritualidad light e ingenuidad ante el mundo.
No faltaron, sin embargo, algunos remedios que el obispo asidonense reunió en la necesidad de “mirar a la Iglesia con cariño, como nuestra madre y maestra”, “no tener miedo de predicar lo que enseña la Iglesia, aunque no sea políticamente correcto”, cuidar de los sacramentos, “presentar el Cristianismo en general y la vocación sacerdotal en particular como un camino exigente pero sublime”, “trabajar todos unidos” y la oración.
Concluyó agradeciendo a las familias que acrecientan en su seno la semilla de la vocación, al Seminario y sus formadores, al Club Serra que se dedican a la oración por las vocaciones y, de manera especial, “a todos los sacerdotes que en nuestra Diócesis desempeñan fielmente su ministerio con dedicación y entrega”.
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