Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

domingo, marzo 23, 2008

Jerez. El recogimiento volvió a darse cita en San Miguel

Hasta prácticamente bien entrada la noche, la rumorología callejera había estado comentando aquello de «el Crucifijo no sale», en clara alusión al carácter peculiar de una cofradía, que en sus formas y convicciones ante el rico patrimonio que atesora, tiene claro siempre que cuando el tiempo amenaza lluvia, lo mejor es quedarse en casa y no arriesgarse a infortunados chaparrones descargando su inquina sobre la cofradía. Unos aseguraban que algún miembro de junta de gobierno ya había dicho que no se saldría, y otros comentaban incluso que el hermano mayor había asegurado en la Cope, que no harían la estación de penitencia. Son las cosas que tiene nuestra Semana Santa, tan aficionada a crear leyendas urbanas con una facilidad pasmosa, siempre además, cobijadas en el intelecto de algún erudito cofrade, de esos que surgen de repente aseverando cosas que luego desaparecen en el aire, al mismo tiempo que lo hacen las opiniones. Por eso, y como estamos curtidos en miles de batallas como esta, lo mejor fue irse a San Miguel a eso de las dos de la madrugada, y desear que todo fuera distinto a como nos habían mal informado, lo que al final terminó por suceder. Se abrieron las puertas Dieron las dos en el minutero, alguien de repente comenzó a pedir silencio, y sin que ni siquiera nos diera tiempo a escuchar en medio de lo oscuro si la puerta del templo se había abierto, allí vimos la portentosa estampa de la Cruz de Guía de la cofradía del Santo Crucifijo de la Salud, tesoro inconmensurable de nuestra Semana Mayor, convertida como siempre en heraldo de las penitencias que detrás, cirio al cuadril, realizaban los silencios nazarenos de una corporación ideada, diseñada por entero para la Madrugá, a la que dan sentido en su primer momento, porque no hay madrugada entendible sin la apertura nazarena de los cofrades del silencio negro. Todo lo que la hermandad nos enseñó en su salida procesional, tuvo además la gran virtud de parecerse mucho a lo mismo que otros años antes ya nos había enseñado, y es que si por algo de caracteriza esta cofradía, es por el mantenimiento escrupuloso de sus formas y maneras de ponerse cada año en la calle. El paso del Santo Crucifijo con claveles rojos, como siempre, y el paso de palio, de blanco, exornado con un gusto exquisito, también como siempre, vestida la dolorosa por la mano maestra de Fernando Barea, y eso sí contando en esta ocasión con la particularidad de no llevar el manto bordado de Juan Manuel, actualmente sometido a restauración por parte del bordador jerezano Ildefonso Jiménez. Una ausencia que fue paliada por la colocación de otro manto, liso y de color azul noche, casi negro, que prestaba al paso una estampa inusual, pero igualmente hermosa, y es que tampoco le hacen falta al palio de la Virgen de la Encarnación muchas alegrías para seguir siendo una auténtica catedral en movimiento. Rotura de un varal Salida rápida, cirios a lo alto, y a buscar el centro de la ciudad sin más historias, con susto además incluido y es que el palio sufrió pronto la rotura de uno de los varales delanteros, lo que originó el lógico retraso que provocó el intento de arreglo del mismo, un retraso que tampoco fue muy significativo, y que obviamente, no hizo sino alargar la «teoría del minutito», que no es sino aquella que ahora deberá ser analizada por el Consejo tras la nefasta experiencia de la Semana Santa recién concluida. El regreso a casa, estrenando itinerario por Carpintería Baja, resultó espectacular, por lo dificultoso a la vez que hermoso, y porque además, la Madrugá de este año ha contado con bastante más público en la calle, y lo que es mejor, con un público mucho más exquisito que otros años. Esperemos que siga la tendencia en años venideros y se puedan olvidar pronto las escenas lamentables que nos dejaron años anteriores en nuestras calles.

Informa: La Voz Digital