Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

martes, julio 22, 2008

Jerez.El secreto del padre Carlos, un enamorado de Cristo

Monseñor Juan del Río Martín, el arzobispo electo castrense y administrador apostólico de la Diócesis Asidonia-Jerez, ofició, en San Marcos, las exequias por el eterno descanso del sacerdote Carlos Manuel González García-Mier, miembro del equipo parroquial de la parroquia de los Cuatro Evangelistas, que, a los ochenta años de edad, falleció tras larga enfermedad.
La concelebración de su multitudinario funeral, que contó con la participación de más de medio centenar de presbíteros diocesanos, tuvo lugar tras unas veinticuatro horas de exposición del féretro con sus restos en una capilla ardiente que, en el propio templo en el que fue despedido el entrañable sacerdote, fue muy visitada por cuantos jerezanos le conocieron y disfrutaron de su entrega pastoral y personal desde un ministerio sacerdotal en el que cumplió ya los sesenta años.
Miembros del Movimiento Scout Católico, carisma juvenil que de su mano se asentó en la Diócesis; fieles pertenecientes al Movimiento de Cursillos de Cristiandad del que tanto tiempo fue consiliario, cofrades de las hermandades de esta amplia parroquia del casco histórico jerezano u otros del Camino Neocatecumenal abarrotaron un templo en el que Del Río desveló el que denominó “secreto del padre Carlos” y que descubrió en su “enamoramiento de Cristo, no se cansaba de hablar de Jesucristo, a tiempo y a destiempo”.
El pastor recordó además que “siempre tuvo la palabra adecuada, incluso cuando la cosa estaba caldeada”. Su proverbial buen humor fue referido, en esos terminos expresados, como una de sus herramientas más útiles en su acción pastoral. Era González García-Mier alguien que, por encima de todo, tenía una profunda fe: “Las convicciones del cura Carlos eran mucho más fuerte que cualquier edificio”, dijo.
Una de sus predilecciones fue la juventud: “¡Cuántos jóvenes, en los momentos de turbulencias internas, no perdieron la fe gracias al padre Carlos!” Y lo hacía con aquellos “chascarrillos que aliviaban las aristas y la aspereza”. Como en uno los últimos encuentros con el nuevo arzobispo electo castrense que recordaba el propio monseñor Del Río: “Desde el lecho del dolor me hizo un pequeño saludo militar y me dijo menuda le ha caído”. Genio y figura.
Descanse en paz.

Informa: Jerez Información