Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

martes, septiembre 25, 2007

Promesas de diálogo bajo el manto patronal de la Merced


Las calles del centro se revistieron ayer del color mercedario que cada año se evoca en Jerez por medio de la tradicional procesión, que llevó a las calles a multitud de jerezanos. También, a través de su expresión plástica en torno a la imagen de Nuestra Señora de la Merced Coronada, fue mostrado el mensaje actualizado que el carisma redentor de cautivos de los religiosos que mantienen su culto patronal presentan ante el mundo.
La homilía de monseñor Juan del Río Martín, el obispo diocesano, en la Pontifical de la mañana comenzó recordando a los fieles que llenaban la Basílica que, en pleno septiembre vendimiero, “somos podados por el sufrimiento y el dolor, toda conquista noble exige el esfuerzo y la renuncia a sí mismo”. Así, y tras la renovación del Voto de la Ciudad, pronunciado por la alcaldesa al ofertorio, el prelado asintió los términos del agradecimiento de Pilar Sánchez en el sentido de que “se han superado grandes lacras pero comparto -dijo- estos grandes deseos expresados por la alcaldesa”.

PETICIONES A LA VIRGEN

Sánchez había puesto a las plantas de la Patrona, sólo un instante antes, su petición de empleo, de diálogo social, de riqueza bien distribuida, de atención a los más vulnerables, de erradicación de la violencia contra mujeres, niños y ancianos, por los jóvenes, por el consuelo para “los que padecen sufrimientos del cuerpo y el alma, para que no pierdan la esperanza en una segura recuperación”, por los niños, por el respeto a las diferentes razas, culturas, credos o condiciones físicas o psíquicas o, ya al final de su intervención, por los políticos, “que nuestras decisiones estén siempre guiadas por la altura de miras, orientadas hacia el interés general, presididas por el espíritu de concordia y colaboración, definidas por el diálogo y el consenso, inspiradas por el espíritu de servicio”.
Tras ello, abordaría el pastor una predicación que afirmaría con rotundidad que “La Merced no ha bajado en número de hijos suyos, como quieren hacer ver aquellos obsesionados con que la religión está a punto de caducar”. Añadió que “los mercedarios saben cuántas lágrimas hay aquí derramadas,muchos corazones jerezanos saben del auxilio de Aquella que es orgullo de nuestra raza y alegría de Jerez”.
Del Río habló del “diálogo amoroso de Dios con la Humanidad” y aclaró que “el Cristianismo es la religión del diálogo, pese a que las fuerzas laicistas quieren oscurecer el papel del Cristianismo”. Así, refirió, por ejemplo, que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no existiría sin la aportación judeo-cristiana y que “la lucha unidos, tanto las fuerzas civiles como las religiosas, contra todo ataque a la dignidad de la persona no habría llegado jamás sin la aportación de Cristo” que, precisó, “no pertenece a Occidente” y libera de todos los cautiverios del mundo, subrayó enfatizando el especial carisma mercedario. Por ello recordó la droga u otras formas actuales de destrucción de la persona y sentenció que “la fe libera, nunca viene en detrimento de la sociedad, Jesucristo no quita nada sino que lo da todo”.


Moure, del avión al balcón mercedario


La tónica que desde hace unos años coloca a un seglar en la tesitura de pronunciar el fervorín del final de la procesión de cada 24 de septiembre -convertido en pequeño pregón a la Señora desde entonces- había señalado para este año al cofrade Antonio Moure Sánchez, hermano de las Tres Caídas y pregonero que fue de la Semana Santa jerezana en 1998. E hizo una obra deliciosa que puso a las plantas de la Patrona lo mejor, sin duda, de su conocido estilo lírico.
La curiosidad, sin embargo, llegaba de la mano de una coincidencia que ponía dificultades evidentes al fervorín de este año: Moure, recién casado felizmente hace sólo unos días, no llegaba a Jerez tras su viaje de luna de miel hasta la misma tarde de ayer lunes.
Sobre las siete y media de la tarde, cuando la procesión estaba ya en la calle Muro, estaba previsto que llegara su vuelo a nuestro aeropuerto. Cualquier problema menor pudo impedir su aterrizaje a tiempo en el balcón de la residencia de los padres mercedarios frente a la fachada de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced Coronada.
Ni esa extraordinaria premura obstó para que la Virgen dispusiera del mejor colofón, tras su procesión, antes de regresar al interior de la Basílica. Su poesía más característica fue gozada en la plaza de la Merced, cuando la comitiva hacía pasillo con los guiones tras tres horas de manifestación mariana por las calles de la ciudad.

Mercedes derramadas por Santiago, el centro y el casco histórico


Pese a la enjundia de los mensajes dispuestos desde el presbiterio de la Basílica mercedaria a cargo de las autoridades civil y religiosa de la Ciudad, el mensaje de más hondo calado popular fue, como siempre, el dispensado por la propia imagen de Nuestra Señora de la Merced Coronada.
Desde su paso, y recorriendo el itinerario previsto, protagonizó tres horas -desde las siete de la tarde en que apareció bajo el umbral de la puerta principal de su templo y hasta las diez de la noche en que tenía lugar el fervorín antes de la entrada- en las que escanció sus gracias ya por el callejero del Barrio de Santiago en el que se enclava su Basílica ya en el centro urbano ya en el casco histórico por el que regresó, de nuevo, al entorno de su casa.

De nuevo las cofradías

Caminaba la comitiva por el callejero jerezano haciendo prevalecer, como contenido humano, la presencia de las más de cuarenta representaciones cofrades. Guiones, estandartes e insignias subrayaron una solemnidad marcada por la sencillez y la impostura de la gente del pueblo, alineada en sus filas o en las aceras viéndola pasar. Ella, la Virgen, llenó la tarde-noche con la serena belleza de su patronazgo.


Informa: Jerez Información


Fotos Autor: © Javier Romero Díaz