Jerez. Un sueño de juventud que se hace cada año realidad
Dos adolescentes, Juan Rodríguez y Alonso Mateos, tuvieron en 1713 la ocurrencia de constituir una cofradía que rindiera culto a la imagen de Nuestro Padre y Señor de las Penas, que ya entonces se encontraba en la capilla del Sagrario de la iglesia de San Mateo. Ayer, mientras presenciaba la salida de la Hermandad del Desconsuelo, no pude evitar preguntarme qué pensarían Juan y Alonso si pudieran comprobar con sus propios ojos como, casi trescientos años después, la aventura que iniciaron se mantiene con vida.
Qué podrían contarnos hoy Juan y Alonso de aquel barrio de San Mateo en el que de niños soñaron con ser cofrades. Qué podrían contarnos de aquel Jerez entonces condensado entre las piedras de una muralla. Cómo se vería desde el Angostillo de San Mateo la ahora acosada ermita de Guía. Qué juegos y manejos tendrían lugar a diario en la plaza del Mercado...
Casi trescientos años después, el barrio de San Mateo vuelve a la vida cada Martes Santo gracias precisamente a la quimera de dos adolescentes que contagiaron de su ilusión al entonces párroco, el mercedario fray Luis Guerrero.
Con la mente puesta en aquellas andanzas juveniles, el siseo del gentío congregado en la irregular plazoleta de San Mateo me hizo caer en la cuenta de que el primero de los pasos de la Hermandad del Desconsuelo estaba ya a punto de salir. El soberbio canasto que tallara Manuel Guzmán Bejarano estrenó ayer la restauración del dorado de su costero izquierdo. Sobre las andas, el mismo Cristo al que rezaron Juan Rodríguez y Alonso Mateos, el mismo que con su mirada perdida en el horizonte convenció a fray Luis Guerrero de que la idea de fundar una hermandad que abanderaban aquellos jóvenes merecía su inquebrantable adhesión.
Al Señor de las Penas le acompañan ahora los romanos y sayones que salieran a principios de los años cuarenta del taller de Ramón Chaveli. A sus plantas, un auténtico vergel de flores silvestres que trata de evocar el monte Calvario: claveles rojos, alhelíes blancos, siemprevivas moradas... José Puerto fue ayer el encargado de dirigir a la cuadrilla de costaleros que hace posible que la representación iconográfica que idearan los fundadores de la cofradía se convierta en catequesis itinerante por las calles de Jerez. Detrás, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Fuensanta, de Morón de la Frontera.
Qué pensarían hoy Alonso y Juan si pudieran ver desde el balcón de la casa de hermandad la salida a la calle de esta cofradía y escuchar de cerca el hondo quejío de la saeta de Macarena de Jerez. ¿Vestirían la túnica nazarena o preferirían igualarse a sus hermanos bajo las trabajaderas?. Más de setecientos cofrades del Desconsuelo se decantaron ayer por la primera de estas opciones. Alrededor de 150 cambiaron el antifaz por la molía.
El cortejo de rojinegros nazarenos está salpicado por un buen número de penitentes con cruces e integrado además por densos grupos de niños, que se ayudan de pequeñas campanas para anunciar el paso de la cofradía.
El paso de palio de María Santísima del Desconsuelo es una de las grandes joyas de la Semana Santa de Jerez. Fue adquirido a la Hermandad de la Amargura de Sevilla en 1926. Se pagó algo menos de 120 euros.
Las jarras, repujadas por Manuel Gabella Baeza, fueron ayer exornadas con claveles rosas, repitiéndose una imagen ya conocida de este paso de palio. La Virgen del Desconsuelo recuperó para la salida de ayer una de sus antiguas sayas, que ha debido de ser convenientemente restaurada. Rafael Márquez fue ayer el encargado de tocar el martillo de este portentoso paso de palio, que contó con el acompañamiento de la Banda de Música Virgen del Castillo, de Lebrija.
No eran aún las seis de la tarde y la Hermandad del Desconsuelo atravesaba ya las entrañas del barrio de San Mateo para, de este modo, reencontrarse con el centro de Jerez. El sueño de Alonso y Juan volvía de nuevo a cumplirse, en 2008. Casi nada.
Informa: Jerez Información
Qué podrían contarnos hoy Juan y Alonso de aquel barrio de San Mateo en el que de niños soñaron con ser cofrades. Qué podrían contarnos de aquel Jerez entonces condensado entre las piedras de una muralla. Cómo se vería desde el Angostillo de San Mateo la ahora acosada ermita de Guía. Qué juegos y manejos tendrían lugar a diario en la plaza del Mercado...
Casi trescientos años después, el barrio de San Mateo vuelve a la vida cada Martes Santo gracias precisamente a la quimera de dos adolescentes que contagiaron de su ilusión al entonces párroco, el mercedario fray Luis Guerrero.
Con la mente puesta en aquellas andanzas juveniles, el siseo del gentío congregado en la irregular plazoleta de San Mateo me hizo caer en la cuenta de que el primero de los pasos de la Hermandad del Desconsuelo estaba ya a punto de salir. El soberbio canasto que tallara Manuel Guzmán Bejarano estrenó ayer la restauración del dorado de su costero izquierdo. Sobre las andas, el mismo Cristo al que rezaron Juan Rodríguez y Alonso Mateos, el mismo que con su mirada perdida en el horizonte convenció a fray Luis Guerrero de que la idea de fundar una hermandad que abanderaban aquellos jóvenes merecía su inquebrantable adhesión.
Al Señor de las Penas le acompañan ahora los romanos y sayones que salieran a principios de los años cuarenta del taller de Ramón Chaveli. A sus plantas, un auténtico vergel de flores silvestres que trata de evocar el monte Calvario: claveles rojos, alhelíes blancos, siemprevivas moradas... José Puerto fue ayer el encargado de dirigir a la cuadrilla de costaleros que hace posible que la representación iconográfica que idearan los fundadores de la cofradía se convierta en catequesis itinerante por las calles de Jerez. Detrás, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Fuensanta, de Morón de la Frontera.
Qué pensarían hoy Alonso y Juan si pudieran ver desde el balcón de la casa de hermandad la salida a la calle de esta cofradía y escuchar de cerca el hondo quejío de la saeta de Macarena de Jerez. ¿Vestirían la túnica nazarena o preferirían igualarse a sus hermanos bajo las trabajaderas?. Más de setecientos cofrades del Desconsuelo se decantaron ayer por la primera de estas opciones. Alrededor de 150 cambiaron el antifaz por la molía.
El cortejo de rojinegros nazarenos está salpicado por un buen número de penitentes con cruces e integrado además por densos grupos de niños, que se ayudan de pequeñas campanas para anunciar el paso de la cofradía.
El paso de palio de María Santísima del Desconsuelo es una de las grandes joyas de la Semana Santa de Jerez. Fue adquirido a la Hermandad de la Amargura de Sevilla en 1926. Se pagó algo menos de 120 euros.
Las jarras, repujadas por Manuel Gabella Baeza, fueron ayer exornadas con claveles rosas, repitiéndose una imagen ya conocida de este paso de palio. La Virgen del Desconsuelo recuperó para la salida de ayer una de sus antiguas sayas, que ha debido de ser convenientemente restaurada. Rafael Márquez fue ayer el encargado de tocar el martillo de este portentoso paso de palio, que contó con el acompañamiento de la Banda de Música Virgen del Castillo, de Lebrija.
No eran aún las seis de la tarde y la Hermandad del Desconsuelo atravesaba ya las entrañas del barrio de San Mateo para, de este modo, reencontrarse con el centro de Jerez. El sueño de Alonso y Juan volvía de nuevo a cumplirse, en 2008. Casi nada.
Informa: Jerez Información
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