Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

martes, marzo 18, 2008

Jerez. Amor y Sacrificio: la respuesta a todas las pregunta

Esta vez el bullicio en Madre de Dios no estaba provocado por el insufrible tráfico, sino por una legión de familias y fieles que, como cada año, no querían perder detalle de la salida procesional de la hermandad del Amor y Sacrificio. Pocas veces el nombre de una cofradía resume tan bien el sentir y la forma de vivir la religiosidad de estos hermanos. La corporación volvió a dejar claro desde el primer momento cuáles son sus inamovibles señas de identidad, que podrían resumirse en tres características muy marcadas: recogimiento, penitencia y oración. Las salves a la imagen que tallara Carlos Manuel Monteverde Herrera se fueron encadenando a lo largo de un recorrido en el que también hubo otras oraciones, las que brotaron de las gargantas de los saeteros que no faltaron a la cita con la Virgen. La mirada suplicante al cielo de la Señora del Amor y Sacrificio fue correspondida desde las aceras y plazas de Jerez por cientos de devotos que clavaron sus ojos y sus plegarias en la Madre de Dios. En cuanto al cortejo, Gabriel Mateos y los suyos volvieron a dar ejemplo de rectitud y organización de las muchas cruces –probablemente estemos ante la cofradía que más hermanos con cruces pone en la calle– que formaron parte del mismo. El acompañamiento de la Virgen fue como siempre generoso, al igual que los ramos de flores que pudieron posarse en sus andas y aquellos que fueron recogidos convenientemente por un hermano dispuesto para tal tarea. Aunque la irrupción en las calles en los últimos años de determinados individuos cuyo único fin es molestar y faltar al respeto todo lo posible y más –que se lo pregunten a las hermandades de la Madrugada– el itinerario de regreso a su templo de la cofradía supuso, sin ningún genero de dudas, la más completa y emotiva demostración de fe que se dio en la noche del Lunes Santo. El luto de las túnicas y de la saya de la Virgen se fue expandiendo hasta casi hacer sentir a los presentes el calvario de la Madre y el dolor en sus manos por la corona de espinas de Nuestro Señor Jesucristo. El eco de las horquillas, el sonido del pisar de las alpargates, el reguero de luz de los cirios negros del Amor y Sacrificio, las preguntas que parece hacerse la Virgen sobre el injusto destino de su hijo, la devoción que desprende la cofradía, el estremecedor silencio de la fe, el olor de las flores. Todo eso y mucho más es Amor y Sacrificio, todo eso y mucho más nos dio un Lunes Santo más la mujer más pura. El abrazo entre Madre de Dios y La Plazuela Los contrastes son más que evidentes. Las barriadas de Madre de Dios y la Plazuela están separadas por tan escasos metros que se podría decir que realmente no media separación entre ellas. En la primera, la hermandad de culto es la del Amor y Sacrificio, paradigma del recogimiento y la sobriedad en sus formas. Sin embargo, la Plazuela se rinde ante la Yedra y Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y Humildad, imágenes que revolucionan el barrio cada Viernes Santo de Madrugada haciendo de la Pasión de Cristo una fiesta del pueblo, una exaltación de la devoción popular. La noche y el día de las cofradías están separadas por unos metros, pero cada Lunes Santo vuelven a darse un sincero y fraternal abrazo cuando Nuestra Señora del Amor y Sacrificio pasa por la puerta de la capilla de la Yedra y los hermanos de ambas corporaciones rezan juntos una Salve a la Virgen, a la del Amor y Sacrificio y a la Esperanza de la Yedra, que se deja ver al abrirse las puertas de su templo para mostrar respeto y fe ante sus hermanos y vecinos.

Informa: La Voz Digital