Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

jueves, abril 05, 2007

La Semana Santa rompe sus fronteras en La Granja

La Hermandad del Soberano Poder rompió ayer las barreras eternas de la Semana Santa de Jerez, haciendo posible lo que hace unos años no era más que una utopía. Mientras en otros templos todavía estaban celebrándose los cultos previos a las respectivas salidas procesionales, en la parroquia de La Granja ya había nazarenos dispuestos para iniciar su itinerario. A la una y media de la tarde, la calle Huelva se encontraba ya abarrotada de un público deseoso de certificar que la gesta anunciada hace tiempo por los cofrades del Soberano Poder empezaba a cobrar carta de naturaleza.
Nadie podrá decir ahora que es imposible salir a la calle antes de las cinco de la tarde porque los hermanos deben comer y dormir la siesta. Jerez, en lo cofradiero, ha dejado de ser el pueblo que fue durante mucho tiempo. El que no lo asuma, corre el riesgo de quedar en fuera de juego.
Aunque las predicciones meteorológicas eran más favorables que las de jornadas anteriores, lo cierto es que no era fácil adoptar la decisión de poner a la cofradía en la calle, debido fundamentalmente a que itinerario tan prolongado incrementaba notablemente los riesgos de padecer algún chaparrón.
Monseñor Del Río Martín no quiso perderse tan histórico momento, ocupando lugar de honor en la presidencia de la cofradía junto a una representación de la sevillana Hermandad de San Gonzalo, que tanto sabe también de fronteras rotas. La Agrupación Musical de la Sentencia acompasó el caminar del único paso de la cofradía, en lo que sin duda supone una gesta que conviene anotar en su haber.
Lo difícil, en el caso de la Hermandad del Soberano Poder, no era salir a la una y media de la tarde, sino cubrir el recorrido que le separa del centro de la ciudad. Consciente de ello, la cofradía avanzó a buen ritmo por una sorprendida avenida de Europa que mantenía a pesar de todo su actividad habitual. Posteriormente, ya en la popular rotonda de los caballitos de colores, el cortejo tomó junto al palacio de Ifeca para a continuación buscar la calle Comandante Paz Varela.
Algo después de las tres de la tarde, la cofradía podía presumir de haber consumado el primer objetivo. El Señor del Soberano Poder se encontraba ya en las inmediaciones de la plaza del Caballo. Una vez allí, el paso mandado por Antonio Salvador tomaría por la calle Santo Domingo en busca de una Carrera Oficial cada vez más cercana. El histórico momento de la primera venia se produjo a las seis y media de la tarde. Jerez correspondió a estos cofrades como únicamente se merecían, con el aplauso propio de las gestas casi imposibles. Alrededor de ciento cincuenta nazarenos y ciento treinta costaleros obraron el milagro. El Soberano Poder rompió ayer las fronteras de la Semana Santa de Jerez.

La más clásica de las nuevas cofradías está ya en el centro

Eran las siete de la tarde de un 4 de abril de 2007. Sonaba de fondo la Asociación Musical Astigitana, que interpretaba Mater Mea. La Hermandad del Consuelo estaba haciendo historia, rubricando en el palquillo de la Alameda Cristina la primera presencia de su dolorosa en la Carrera Oficial. Atrás habían quedado muchos de años de trabajo y no pocas incompresiones. Lo que ayer ocurrió fue soñado hace ya muchos años por un grupo de adolescentes de la barriada de El Pelirón, que entonces testimoniaban públicamente sus sentimientos en tardes –casi siempre lluviosas– de Viernes de Dolores.
Ahora lo hacen en Miércoles Santo y no en la Rotonda, como entonces anhelaban, sino en la Alameda Cristina. Ese público testimonio viste ahora túnica de cola de sarga blanca con manguitos en azul marino; escapulario y antifaz de sarga azul marino. La Hermandad del Consuelo empezó a hacer historia a las cuatro y media de la tarde. Fue entonces cuando inició su itinerario en busca de una Carrera Oficial que no sabía aún de cofradías nuevas. Los ciento veinte nazarenos que integraron ayer el cortejo buscaron su reencuentro con el barrio del Pelirón, ese en el que un día no muy lejano establecerá su sede canónica la corporación nazarena.
El único paso de la cofradía –en la parroquia de las Viñas quedó el Señor del Amparo– estrenó el dorado del frontal de su canastilla, confirmando las coquetas formas que ya apuntaron sus primeros trabajos de talla. En el centro, ocupándolo todo, la Virgen del Consuelo. Detrás de Ella, la cruz vacía con el sudario. Quiza haya gente que aún no sepa que la idea de la hermandad es que la dolorosa se ofrezca próximamente a los jerezanos bajo palio. Cuando ello ocurra, las actuales andas serán ocupadas por el Nazareno del Amparo. Conociendo a los cofrades del Consuelo, todo esto ocurrirá más pronto que tarde.
Con El Pelirón ya en el recuerdo, el elegante cortejo nazareno empezó a adentrarse en el centro histórico, primero por Muñoz Cebrián y después por Clavel, San Andrés, Rosario y Aladro. Nueva lección la que ayer ofreció la Hermandad del Consuelo, que en apenas un par de horas había cubierto el trayecto que separa la parroquia de las Viñas del palquillo de la Alameda Cristina. Y no hizo falta correr.
Especialmente llamativo está resultando que la incorporación de nuevas cofradías de la periferia a la Carrera Oficial deje en entredicho un día sí y otro también a las corporaciones de toda la vida. Alguna del Martes Santo, sin ir más lejos, precisaría salir a la calle con las primeras luces del alba para cubrir este trayecto y posiblemente hubiera fracasado en el intento.
El Consuelo se suma pues al carro de quienes se disponen a romper todos los tópicos de la Semana Santa de Jerez. Luego, ya de regreso a su casa, resultaron especialmente emotivos los momentos vividos en Tornería o Bizcocheros. En este último lugar se reprodujeron escenas similares a las vividas el pasado año, cuando la Hermandad del Consuelo realizaba su estación de penitencia en la parroquia de San Pedro. Esta vez no hubo preces, pero ello no evitó que el momento ofreciera escenas de hondo sabor cofradiero. Era la despedida sentimental del centro de Jerez y el inicio del regreso a su barrio de esta ejemplar cofradía.


La Caridad caminaba con paso lento y sobrio

El sol dejó de ser protagonista en el Miércoles Santo, porque las buenas temperaturas aunque con cierto viento de Poniente, centraron la atención de costaleros, hermanos y jerezanos en general en las imágenes titulares de la Hermandad de Santa Marta, que con a falta de un cuarto de hora de las cinco de la tarde, las puertas de esta capilla se abrieron para echar a la calle, como es habitual en este miércoles, a sus titulares el Cristo de la Caridad en su traslado al sepulcro, Penas y Lágrimas de María Santísima, Madre de Dios del Patrocinio y Santa Marta.
El escenario era conocido para los jerezanos que se acercaron hasta el barrio bodeguero de San Mateo, precisamente el martes para recibir al Cristo de los Judios y ayer a La Caridad que con puntualidad extrema se echó a la calle, dentro de un silencio que llamaba al recogimiento y a la reflexión de lo que se avecina para los cristianos.
Y es que solamente el sonido de los clarinetes marcaban un paso lento y comedido pero con firmeza para adentrarse en la plaza del mercado, donde eran pocos los que le esperaban pero todos deseosos de ver desfilar a este paso que representa la escena bíblica del momento en el que Cristo muerto es trasladado al sepulcro.
Sacrificio Martínez García era el encargado de establecer cada chicotá que dirigía con esmero y empeño por el casco antiguo de la ciudad hasta la Carrera Oficial mientras tanto, la banda municipal de música de Rota tocaba el himno nacional para recibir a la Madre de Dios del Patrocinio y Santa Marta, que lentamente, con paso firme, y con esmero, a pesar de no revestir gran complicación esta salida, salía esplendorosa mientras el sol de cara le daba la bienvenida.
Los aproximadamente 200 penitentes que acompañaban a estos titulares pronto se empezaron a sentir arropados por los jerezanos que con cámara en mano hacían cientos de fotos a las dos titulares buscando la imagen más artística que refleje estos momentos de máxima exaltación de la Semana Santa, en la que los pasos se echan a la calle para acercarse a los ciudadanos, en días memorables para los cristianos.
Hasta este año, la Hermandad de Santa Marta abría el cortejo procesional del Miércoles Santo, aunque este año, con los cambios que se han producido en los horarios de salida, ha sido precedida por las nuevas hermandades del Soberano Poder y María Santísima del Consuelo que se echaron en la calle unas horas antes para que los jerezanos disfrutaran de una nueva jornada cofrade.


Cataratas de devociones tras el Señor de San Lucas

San Lucas de nuevo como hervidero de hechizos con cuentas de rosario. San Lucas como atardecer de pupilas silentes, de voces en párpados, de oraciones conjuntas, de testimonio renovado, de magisterio cofradiero. Imagino las reflexiones de tantos nazarenos igualados bajo las trabajaderas de una cofradía distinta, cercana, eficaz, renovadora. Elegante, antigua y próxima. Pensarán que podrían no haber sido, no haber nacido nunca, y no hubieran conocido a la postre la gloria de una tarde de Miércoles Santo. Podrían ser de infinitas maneras distintas, vivir en las más remotas latitudes, no haber oído ni haber visto. Podrían igualmente permanecer en la ausencia, habitar en la nada, en la melancolía de una lejanía que poco invita a la bienaventuranza cofradiera. Podrían habitar en las mil oscuridades del mundo. En la degradación de la sociedad. En los columpios del materialismo. En la escalinata del consumo desaforado. Pero no. Estos nazarenos del Señor de Jerez son quienes son y están donde están. Nunca la meditación se podrá palpar con tanta exactitud como hoy. Y nunca la vida se mostrará tan hermosa de ser vivida. El silencio expresa demasiadas semblanzas. Nunca tendremos una versión tan aproximada de la eternidad. Severidad, equidad, sublimidad. Negras túnicas como lirismo de oración sin precio predeterminado.
Renovación y nostalgia. Renovación de Junta de Gobierno innominada bajo el antifaz de una cofradía que preside Juan Mier-Terán Ortega. Una cofradía durante los preámbulos de la misma estación penitencial no es sino mezcolanza de renovaciones y rescates de la memoria. Del misterio de lo que no se ve pero a cada momento se siente. Los nazarenos de las Tres Caídas así lo subrayan. Podrían ellos no ser, no haber sido. Podrían ignorar que en estas horas todo es posible. O desconocer que la gloria es lo absoluto.
Estos nazarenos de negro podrían narrar infinitas posibilidades de no haber visto a la Madre de Dios y, sin embargo, asumen la responsabilidad de unos observadores de auténtico lujo. Porque los hermanos de los Dolores no poseen la mirada vertical que proyectan los capirotes de otras corporaciones sino la observación horizontal que necesita la Madre de Dios.
La iglesia de San Lucas, como cualquier lunes del resto del año, principiaba mensajes de diálogo con Dios a través de la Virgen. La cofradía no precisa de mayor tiempo en la calle. Mañana mismo puede ser otro día para los creyentes del rostro cubierto. La gente murmulla inquieta en las afueras. Estrenos de túnica y cruz del Señor, campana del muñidor y Libro de Difuntos, confirma el Hermano Mayor. Sí, el Libro de Difuntos como consignación del lugar asignado a quienes, no estando, verdaderamente están para siempre. Ya para siempre.

Paradigma de clasicismo y señorío cofradiero


El paso de palio, plantado en la tierra de la impaciente espera, es un monumento a la viva representación de la Madre de Dios. El interior de los Descalzos mostraba en ordenada disposición los numerosos nazarenos que integran esta cofradía. Nos percatamos de alguna conversación entre dos penitentes En Los Descalzso se estaba abriendo entonces la gran hebdómana, la de la amargura de Dios, bajo el júbilo de las túnicas blanquiazules del Miércoles Santo. La muchedumbre de niños jerezanos llenan los caminos que irían destinados de nuevo a la Jerusalen de unas calles expectantes ante el ecuador de una nueva Semana Santa. De la calle Medina a la Catedral, como un pregón de cofradía siempre de ida hacia la culminación de su mejor testimonio.
Observamos este paisaje de preparativos e ilusión contenida. Nos percatamos de los largos tramos como una caravana de discípulos del Señor, con el Maestro que había pasado haciendo el bien a todos y prodigando la misericordia a todos los necesitados de la vida, el Señor de la Flagelación que ayer, poco antes de la prevista estación penitencial, ya se dejaba ganar por una oleada de gratitud. Los hermanos de la Amargura penetraban en su ejemplo prorrumpiendo en secretas aclamaciones y gritos de alabanza: eran los voz unánime de todos los beneficiados de la caridad y del perdón del Señor. Eran como un plebiscito espontáneo de la gratitud y el reconocimiento de Aquel que tenía palabras de vida eterna. El diputado mayor de gobierno vigila silente la compostura de quienes aguardan la hora solemne de la salida. Los atributos se distribuyen según el planillo que sostiene en la mano derecha. Vemos a la familia de los Garrido, los Zarzana, los Galán, los Orellana, los Cosano. Nos acordamos de la alegría sin duda personalizada de Ana María Salas.
¿Qué piensa el costalero durante los instantes de las vísperas? Nuestro protagonista incierto termina sus rezos ante el paso de Misterio. Luego vendría la constatación del gozo. La urdimbre de los afectos a pie de calle. Los aplausos al esfuerzo de las cuadrillas y el milagro renovado de una cofradía ya adentrada en los preámbulos del Miércoles Santo.
Los nazarenos acceden al templo con puntualidad exquisita. De todas las callejuelas provienen penitentes que pertenecen a diferentes generaciones. Es una cofradía de convencinos. De ahí que la identidad permanezca compacta y fraternal. Un revuelo de miradas. Los costaleros terminan de fajarse. Sonríen ante la Virgen como muestra de agradecimiento. A la espera del milagro.


Del refugio del Asilo al encuentro con su gente

Más de cuatrocientos nazarenos escoltaron en la tarde de ayer al Prendimiento de Santiago desde su refugio en el Asilo de San José. Aires de los años 60 para aquellos que vivieron uno de los muchos cierres de la parroquial que coge su nombre del Apóstol patrón de España y que retomaron nostalgias de otros años distintos, diferentes, pero que también se daban de cara con la imagen portentosa que saliese de la gubia de La Roldana.
Un año más, desde Santiago o desde el Asilo, desde La Merced o desde Santiago, el barrio entero se hizo rojiblanco y el barrio todo se arremolinó en torno al misterio que ayer se paseó por las calles de su Jerez bajo el mando ejemplar de Martín Gómez. Saetas desde el angostillo hasta La Victoria; saetas desde San Marcos a ese centro de recogida de tantas ancianos al que la vida no le ha dado el favor de quemar sus últimos días al calor de los suyos.
Tanto el Prendimiento como su Madre, María del Desamparo, recibieron el calor de los acogidos y el fervor de un pueblo que no olvidó años saeteros de José Vargas o de Curro de la Morena que, seguro, desde el balconcillo de los cielos infinitos también le cantarían a Aquel por el que vibra a lo largo de los días, de las horas, todo un barrio que se encuentra con él cada mañana en aquel azulejo al que no marchitan las obras de esa iglesia de Santiago que necesita no sólo el empuje de los cofrades del Miércoles Santo, sino de todo Jerez, de todas las instituciones para que más pronto que tarde tenga sus puertas abiertas de par en par.
La banda de la de San Benito de Sevilla, que no pudo procesionar en la tarde del Martes Santo por la inestabilidad meteorológica que se está haciendo presente en la capital hispalense, ponía música –aunque la música la ponen las gargantas de los pechisacaos de Santiago– detrás del misterio y la almeriense banda de música de Sorbas colocaba el contrapunto tras el manto rojo de la gitana del Desamparo. El mismo recorrido de siempre. No había nada que alterar. El mismo entusiasmo de siempre, contra eso nada ni nadie puede, alrededor de una hermandad que es distinta, que procesiona de un modo cadencioso, al ritmo que le marcan los saeteros que le acompañan desde que Juan González Román, diputado mayor de Gobierno, da la orden de que la Cruz de Guía se plante en la calle. Desde muchos antes, desde mediodía, Santiago entero estaba ya en la calle, luciendo sus mejores galas, llenando bares y barras, a la espera de que se renovase ese gozo que ayer se hizo presente en el Asilo.


Informa: Jerez Información