Noticias de la Semana Santa de Jerez y Sevilla

miércoles, abril 04, 2007

Sangre fría para llevar la Clemencia de Cristo al centro

Como ocurriera hace un par de años, o quizás peor. Ese era el panorama que se encontró la Hermandad de la Clemencia cuando llegó la hora de plantar su cruz de guía en la calle. Y es que la jornada del Martes Santo se presentó al menos en las primeras horas de la tarde bastante más adversa en lo meteorológico que la del lunes, cuyo final estuvo pasado por agua. Los cofrades de San Benito contemplaron todos los escenarios y en vista de que parecía que la jornada iba a mejorar conforme avanzara hacia la noche optaron por iniciar su largo itinerario.
La difícil decisión fue rápidamente avalada por el público que se congregó un año más a las puertas de la parroquia de San Benito, esa de la que nadie podía haber imaginado no hace demasiado tiempo que podría salir una cofradía en busca de la Carrera Oficial.
La Hermandad de la Clemencia fue pionera en muchas cosas y rompió cerrojos que parecían cerrados para siempre. Algún día, Jerez tendrá que reconocerlo. De momento, a esta corporación le vale con sentir el calor de su gente cuando transita por avenidas tan poco habituales de la estética cofradiera como León de Carranza, García Lorca o García-Figueras.
La Hermandad de la Clemencia inició su recorrido pendiente de la evolución de la meteorología. Dudando a veces si acelerar el ritmo en busca de la Carrera Oficial o ralentizarlo para no quedar demasiado lejos de San Benito en caso de cualquier contratiempo. Estas son las dudas propias de las cofradías de barrio, obligadas siempre a jugarse todo a una carta como consecuencia de sus prolongados itinerarios.
La Clemencia jugó ayer la misma carta que hace un par de años, cuando la ilusión de hacerse presente por primera vez en la Carrera Oficial y la presencia de un cielo casi despejado pesaban mucho más que un exceso de prudencia que nadie hubiera entonces entendido. La cofradía puso ayer en la calle a 150 nazarenos, a los que debieron sumarse hasta 115 costaleros, preparados para llevar a donde hiciera falta al Cristo que cada Martes Santo es entregado de manera miserable por Judas Iscariote.
El único paso de la cofradía se puso en la calle a las órdenes de Eduardo Biedma, que tiene la suerte de mandar a una de las mejores cuadrillas de Jerez y que además ha sido capaz de crear un estilo propio para el Señor de la Clemencia. Toda una gesta en tiempos en los que singularidad y costalería no son términos que vayan precisamente de la mano.
Detrás, la Agrupación Musical del Señor de la Salud, de la popular Hermandad de los Gitanos de Sevilla. También destacable el toque clásico de esta formación musical, que al menos en esta su única presencia en Jerez se muestra alejada de la vulgaridad que han terminado imponiendo autores y bandas que buscan únicamente un aplauso fácil que venga a disimular tanta mediocridad.
Tras dejar atrás la parroquia de San Benito, el cortejo tomaría por Doctor Marañón, Federico García Lorca y plaza de las Marinas, para posteriormente buscar la barriada de La Unión por Ciriaco Alzola y Antonio Machado. Los cofrades del Cristo de la Clemencia demostraron un año más que no hace falta correr para plantarse en la Carrera Oficial en apenas un par de horas, lo que debería sonrojar a algunas corporaciones radicadas precisamente en el centro histórico que precisan de mucho más tiempo para recorrer itinerarios infinitamente más cortos.
La Clemencia se hizo presente en la calle Divina Pastora cuando el convento de Capuchinos se preparaba para asistir a la salida a la calle de La Defensión. El cielo se encontraba entonces totalmente despejado y la cofradía había cubierto ya las dos primeras horas de su itinerario y se encontraba en el centro. Los partes aventuraban que ya había pasado el mayor riesgo de lluvia. Volvieron a acertar esas prediciones, aunque esta vez a favor de los cofrades. A la tercera fue la vencida.

Remedios restaurada, el Amor del Martes Santo

A Amor verdaderamente derramado por todas y cada una de las calles de la ciudad supo ayer la corporación penitencial que hizo del blanco penitencial una de las referencias de más agradables sugerencias que la Semana Santa nos deparará un año más. La Hermandad de San Juan -por la calle de su sede y también por el sentimiento de una historia que no se olvida- acudió a su encuentro con Jerez convirtiendo desde la excelencia creciente que hace de la cofradía una delicia.
Así fueron, un año más, las seis horas de una presencia en su itinerario que no requirió de novedades para convencer a manos llenas. Unos doscientos treinta nazarenos lo hacían posible en la sensación de que son los hombres y mujeres que nutren el cortejo lo primero que transmite al público apostado en las aceras o en los palcos.
Sí había estrenos palpables en cada uno de los dos pasos. En el de Jesús Cautivo, ese crisol de devociones que cada lunes del año sabe de las necesidades de esta tierra por medio de las mil oraciones, peticiones y promesas que le llegan, lo primero que se evidenciaba era una colocación sobre su paso a una altura menor de la que mostraba en años anteriores. Ese primer altar procesional en el orden de la cofradía en la calle hacía más cercano, como está durante todo el año una de las imágenes más visitables de Jerez, al Señor prendido que ostenta la Hermandad. Se advertía no gratuita la decisión y, en cualquier caso, llamó la atención especialmente sobre ese mar de clavel rojo que le fue extendido por los hermanos del Amor. El paso se enseñaba ya terminado de talla en su frontal así como en la parte delantera de sendos costeros. Esos bombos que modelan el canasto van cobrando forma y ayer sorprendieron por la factura de su talla.
El otro canasto, el paso del Calvario, el que eleva al Santísimo Cristo del Amor pero que, enmedio además de una poblada escena a las plantas de la cruz, hace brillar con luz propia a la excelente imagen de la Virgen de los Remedios, tuvo en Ella, casi con toda seguridad, las más entregadas miradas. Por su belleza archiconocida y valorada como suprema entre las demás dolorosas, por la lozanía tan atinadamente recuperada a través de la restauración que este año le ha conferido el trabajo del especialista Enrique Ortega Ortega, por la mano detallista de un vestidor -Juan Mateos Portillo- que se lució para ponerla como ayer la disfrutó la ciudad... Todo ello, exhalado desde el canasto dorado, supo a Martes Santo consagrado a María Santísima.
La cofradía tuvo estampas espléndidas en la calle, ya enmedio de las claridades de Chancillería, Porvera, Cristina o Arenal ya en las penumbras cuando no las tinieblas de calles como Tornería, Compañía, Francos o San Juan. Y otros mil detalles de categoría como la nueva túnica, mantolín y cíngulo de San Juan, los sones siempre entregados de la Agrupación Musical San Juan tras el Cautivo o los más novedosos de las cornetas y tambores de la banda sevillana de San Juan Evangelista cerrando una comitiva que fue gloria bendita disfrutada al albur de un Amor dispensado con Remedios restaurados para las penas de una ciudad que va viendo como hoy alcanzará su ecuador la celebración pasionista que disfrutamos.

Las Penas se encuentra con Jerez a ritmo de marcha

San Mateo miraba hacia el cielo minutos antes de que Nuestro Padre y Señor de las Penas saliera a la calle. Y es que el temor de lluvias se cernía sobre este típico barrio jerezano, pero al final, y en una decisión de último momento, los hermanos se armaron de valor y con la seriedad y la majestuosidad que distingue a esta hermanad, pocos minutos antes de las cinco de la tarde, se abrieron las puertas de San Mateo para iniciar la estación de penitencia, con la compañía de cientos de penitentes que con cruces o cirios acompañaban a sus titulares.
Las características de la parroquia de San Mateo, fundada después de la Reconquista, marcaba una salida espectacular en la que los costaleros, en un ejercicio de precisión más absoluto por las dimensiones de la puerta principal, consiguieron sacar los sentimientos más fervorosos de los cofrades presentes en la salida que sin duda rindieron sentidos aplausos que agradecieron los costaleros con balanceos de reverencia del Cristo de los Judíos que ya estaba en la calle.
Pero el fervor más popular y más sentido de esta Semana de Pasión también lo dan las buenas saetas como las que le dedicaron Macarena de Jerez, por ejemplo, que aumentaron, si cabe más, ese gozo por un cristo que despierta veneración y respeto hacia el dios de los cielos.
Y por fin, todos los que se preocupan por no ver a su imagen en la calle, al menos descansaron durante un rato, y con paso firme al ritmo de la banda de música de la Fuensanta de Morón de la Frontera, el paso caminaba hacia la plaza del Mercado para perderse entre miles de jerezanos que le esperaban en este bonito rincón de la ciudad.
Y es que la figura de Cristo esperando en el Monte Calvario a que los sayones concluyan los preparativos para la Crucifixión establece unos lazos con los ciudadanos. Además hay que tener en cuenta que es una hermandad que al comenzar el siglo XX era la única que salía el Martes Santo y conocida comúnmente por la hermandad de Los Judíos, en primer lugar, por ser ésta su sede canónica y por los dos sayones que en la parte delantera del paso del misterio preparan la cruz.
Media hora más tarde, los penitentes de rojo y negro de esta hermandad predecían la llegada del paso de palio, la imagen de María Santísima del Desconsuelo con San Juan Evangelista, una salida que atrae a muchos jerezanos por la complejidad de una puerta de entrada reducida para unos costaleros que tenían que marcar el paso corto en un trabajo muy meticuloso del capataz Rafael Márquez Cabrera que dirigió espectacularmente esta salida con una parada entre puertas ante el elevado esfuerzo de la cuadrilla de costaleros.
Y mientras tanto la banda de música de María Santísima del Desconsuelo de Jerez tocaba la marcha desde la parroquia escuchándose en el fondo del templo el himno nacional para marcar la oficial salida de esta imagen con los aplausos constantes de los devotos a esta imagen y un sentido homenaje a Jaime Domecq, hermano de esta cofradía, puesto de manifiesto por el propio capataz. Es precisamente el paso del palio el que estrenaba la última fila de candeleros de la candelería en plata de ley así como los restaurados candelabros de cola que brillaban relucientes con el sol de cara en esta tarde de Martes Santo.
De esta manera, la estación de penitencia se cumplía para esta hermandad que durante todo el trayecto miró al cielo con la esperanza de que el tiempo les ofreciera la oportunidad de terminar todo el recorrido procesional que les lleva por todo el casco antiguo de la ciudad, entrando en la carrera oficial a partir de las siete de la tarde y ofreciendo un espectáculo que con la caída del sol, que brilló con mucha intensidad durante la salida, mejoraba ante la luz de los cirios que llamaban al recogimiento y preparaba a los jerezanos para los días grandes de la Semana Santa en la que se celebra la muerte y posterior resurrección de Cristo Rey


Informa: Jerez Información